jueves, 28 de noviembre de 2013

Crónica - Capítulo 3: Póngamelo para llevar

Estaba caminando entre las multitudes del mercado negro en los bajos fondos de la estación espacial en la cuarta luna del cuarto planeta de Jita, la estación militar de Caldari. Tenía cosas que comprar después de haber transportado algunas grabaciones de destrucciones gallente que vendí al ejército como "prueba de patriotismo". No dejaba de sentirme hipócrita, pues usaba estas excusas para matar...
...todo lo que no estaba de mi lado. Pero ellos no me conocían tan bien, seguía teniendo mi viejo rango de teniente entre sus filas, y por ahora me servía, para qué hacerles abrir los ojos ahora.

- Perdón... -balbuceó un chaval con el que me tropecé, mientras me miraba con curiosidad, al tiempo que dejaba la boca entreabierta, como queriendo decir alguna palabra que no alcanzaba a recordar-.

- ...Sí? -respondí mientras me apartaba lo suficiente y le miraba con extrañeza-.

- ¿Es usted Ruymán, el ceo de Paladin... -y sin dejar acabarle la frase le tapé la boca y le arrastré a un callejón lateral, si es que se puede llamar callejones a los pasajes laterales de las tuberías de calefacción-.

- ¿Es que has perdido el juicio o qué? -le repliqué con más enfado y sorpresa que preocupación-.

- Perdone, es que estaba buscándole y me habían llegado rumores sobre sus visitas semanales a la capital del comercio. De hecho, no pensé que fuera a encontrarle, pero entonces recordé que alguien me había dicho que uno de los negocios más lucrativos para los mercenarios era traer pruebas de haber eliminado a la competencia, y junté dos más dos. Ha sido suerte o casualidad.

Mientras él iba soltando palabra por palabra, yo no dejaba de indagar en mi memoria, nueva pero a veces con algún que otro fallo de sincronización o coordenada a la hora de almacenar los viejos recuerdos de mis antecesores. Y es que su cara me sonaba, pero no sabía de qué, a no ser ...

- Tú eres familia de NNeoNN -y bastó decir esto para hacerme ver una hilera de dientes de lo más blanco y perfecto que había por los alrededores-... aunque ya veo que no comparten las mismas aficiones -me refería evidentemente al mal humor y lo poco que le duraban todos los dientes tras tantas peleas. Siempre recordaba que antes de unos días tras despertar un nuevo clon, ya albergaba entre su dentadura más de una funda de oro. Innecesaria, pero era su elección para tener una apariencia más intimidante-.

- Imagino que guardamos algo de parecido. Somos primos, aunque hace mucho tiempo que no hemos coincidido, pero recuerdo las historias que me contaba de su estancia en la corporación, y decidí probar suerte. James Korso se presenta...

- Ya pensé que ibas a añadir "teniente" o "jefe"... o peor, "capitán"... lo cual habría sido el principio del fin de esta conversación.

- Iba a decirlo, pero también recordé algún que otro consejo que me dió mi primo hace unos meses, sobre usted.

- Pues olvidó mencionarte que no me gusta que me traten de usted. Soy Ruymán, a secas, y punto. Ni apodos, ni motes, ni rangos, ni nada de nada. Que te quede claro.

Y mientras acababa de decir esto, volvió a esbozar una sonrisa de oreja a oreja.

- ¿Se puede saber qué es tan gracioso?

- Que aún no lo sabes, pero me estás reclutando.

- ¿Que yo qué?... Mira, ... James, cierto? No te equivoques conmigo. Apenas te conozco y me importa menos que un tornillo suelto en una rifter que te quieras unir a la corporación. En el momento en que se inicie una conversación que pudiera tener la mínima probabilidad de acabar en un reclutamiento, lo sabrás, porque sentirás que se te está arrancando la mismísima raíz de tus pensamientos y experiencias sin permiso y de una manera tan directa que parecerá que te hubieran desvirgado la mente. Y por si tu intelecto da para sí, me refiero a que no tienes opciones ni de una entrevista sin tener una radiografía de tu pasado, presente, y pensamientos sobre mi mesa. 

- Guau... también me alertó de tus frases largas y discursos, más conocidos como "monólogos".

- Además gracioso -y diciendo esto, lo miré de reojo mientras me giraba y continuaba mi camino-.

(Lo que pasó después sucedió rápida y brúscamente)

James posó la mano en mi hombro derecho, y como un acto reflejo repetidamente entrenado, sujeté su mano y muñeca con mi mano izquierda, al tiempo que giraba mi cuerpo en sentido de las agujas del reloj, con un sólo desplazamiento de mi pierna derecha. Con el segundo desplazamiento, primero de mi izquierda, simultáneamente con la entrada en acción de mi otra mano sobre su muñeca, me desplacé invertido a las agujas en esta ocasión, provocando un giro de todo su cuerpo retorcido de dolor, de manera automática, que me pareció ver a cámara lenta -benditos implantes improvisados de percepción-. Su cuerpo, aparentemente de más de cien kilos de masa por un buen pico, estaba girando por el aire como si fuera una pluma llevada por la brisa de los mares de planetas azules en Tash Murkon... Pero la "magia" pareció detenerse con el sonido tosco y bestial que emergió para romper el silencio de esta coreografía no autorizada que entre ambos habíamos realizado. Al golpear el suelo, se abollaron ligeramente los paneles del piso, y pude oir voces a mis espaldas comentando algo parecido a "problemas" y "policía". 

No tuve tiempo de acabar mi conversación con James. Salí corriendo en la misma dirección del pasaje, dejando tras de mí a la multitud que ya se agolpaba alrededor de un J.Korso abatido y desorientado en el piso. Tenía que aprender a frenar mis impulsos, al menos cuando fuera a llevarlos a cabo en la capital.

(7 horas más tarde)

- Ento, ¿me recibes?
- Alto y claro.
- Naza, ¿tienes en visual la entrada?
- Afirmativo.
- Ok chicos, hagámoslo. Quiero saber hasta si una maldita tuerca pasa rodando por el pasillo.
- Roger -dijeron al unísono-.

Las siguientes horas a mi encuentro con James, ya había estudiado cada uno de sus pasos desde que se sacó el identificador corporativo de Caldari en su adolescencia y se subió a la primera nave en la escuela de conocimientos aplicada de la misma facción. Habíamos reunido a la tropa, y se había proclamado una decisión sobre una posible invitación a nuestras filas. Por suerte para él, tenía buenas referencias, y hubo una mayoría aplastante a favor en las opiniones generales. Yo aún tenía mis reservas, pero seguí mi instinto y opiné a favor, al menos de "puertas afuera".

No me sentía muy cómodo en mi viejo uniforme de la milicia, pero no me quedaba otra opción si quería acercarme al ala de detenciones de la estación principal de Caldari Navy. Tenía que guardar las apariencias, pensaba mientras iba respondiendo a los saludos de pilotos y cadetes que se cruzaban en mi camino. Diez pasos, primer desvío a la derecha... segunda puerta a la izquierda -todas las alas de interrogatorios se encontraban sin nombres, etiquetas, carteles, señales, de ningún tipo. Era de lo más clandestino, así que encontrar a alguien era una tarea digna de películas del viejo mundo-.

- Espero que la intel de ese viejo ñoño de Oisio haya valido la pena, o tendrá noticias mías -murmuré casi para mí mismo, mientras me detenía ante una puerta metálica-.

Coloqué mi retina cerca del sensor ocular, y mi mano derecha en el panel lateral, debidamente alterada con huellas falsas digitales, que no aguantarían más de dos o tres escaneos. Los ojos fue más fácil. Eran implantes mejorados de alto nivel, lo cual me permitía hackearlos y modificar el iris a placer, tanto de color, como de textura, huellas de "nacimiento" copiadas, etc.

- Capitán Gustav Altreyev... AUTORIZADO -dijo el sistema de AI, con su característico sonido en voz de mujer. No terminaba de gustarme el estilo caldari, ... ni sus uniformes, me volví a repetir-.

Acto seguido, entré, y la segunda puerta se abrió automáticamente, al terminar mi escaneo corporal en busca de armas. Me adentré en la siguiente estancia, que constaba de un pasillo a mi derecha con un cristal polarizado , y otro frente a mi, transversal al otro, en forma de L, con otra puerta. Me acerqué al lateral para mirar por el panel de cristal, y vi a James con la cara hecha un mapa... -no pude evitar sonreir, una de esas pocas ocasiones en que lo habría hecho-. Ahora sí que se parecía a NNeoNN. Ya tendremos tiempo de arreglarle esa dentadura, pensé. Los dos suboficiales interrogadores eran bastante corpulentos incluso para mí, así que me quité el reloj, y activé el mecanismo que lo convertía en una granada sónica. 

Tres, dos, uno... abrí la puerta y lo lancé, haciéndole un gesto a James para que se tapara los oídos, el cual creí que entendió. Incluso tras la pared me dió un golpe que sentí en lo más hondo de los tímpanos, que se tradujo en un mareo leve. Nada que no pudiera controlar lo suficiente para entrar en la habitación, y sujetando a James pasándome su brazo por el hombro, arrastrara como pude al pasillo exterior. Esos guardias estarían fuera de sí durante al menos un minuto o dos. 

Por la esquina vi aparecer a Naza, que me ayudó a sujetar a James, y le pasó por la nariz un recipiente cuyo contenido preferí no preguntar, que le sacó de su inconsciencia, aliviando nuestra carga lo suficiente para poder acelerar el paso.

(Unos minutos más tarde)

... Conseguimos salir al hangar 27, donde nos estaba esperando Ento y Koenig en una lanzadera rápida. Abrimos la compuerta trasera, y dejando a James en una litera lateral, miré a Koenig y le dije:

- Póngamelo para llevar.